XVI
Aristarco a
la bella Niké:
Me parecían tus ojos
agua azul
en juncos verdes,
mas sus reflejos marinos
son presagios inquietantes,
son derroteros del riesgo, periplos
a la aventura,
travesías procelosas que nublan
y que enloquecen la estrella del septentrión,
y aquietamientos soberbios e indómitas
tempestades,
y abismos
en cuyo fondo,
oculta mundos ignotos
el curvo espejo del cielo.*
* El curvo espejo del
cielo; expresión con que los navegantes de Creta designaban al mar o, más
concretamente, la superficie del mar (Pamen).
Nota de J. L. C.; Pamen escribió en esta "inventada y fabulada aclaración respecto a los marineros cretenses", a petición mía, dada la necesidad de explicar al lector el significado de esta bella imagen (metáfora) del mar, y cuya autoría es inequívocamente de la autora.
(Ver al fin de la Introducción la sección NOTAS).
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Estrella del Septentrión
En la antigüedad (al igual que hoy), el polo norte celeste -la constelación de la Osa Mayor y Menor-, indicaban, sobre un meridiano, la dirección Norte.
Cuando no eran visible, por tormentas o cielos nocturnos cubiertos de nubes o brumas, la navegación resultaba inquietantemente azarosa.
La palabra Septentrión proviene del latín sete (siete) y tron (buey), por la certeza de que la bóveda celeste era arrastrada por un tiro de siete bueyes, las siete estrellas más brillantes de la constelación de la Osa Mayor.
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© Herederos de Pamen (María del Carmen Benítez Campos) 2022
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